Proyecto 2017.
Hikikomori es una palabra japonesa que significa estar recluido y se utiliza, originariamente en su país pero ya extendido al resto del mundo, para definir a un colectivo de jóvenes que abandonan voluntariamente la vida social para recluirse en sus habitaciones. Un daño colateral más de una sociedad de consumo, información y diversión que interconecta digitalmente a gente de todo el planeta pero que, en ocasiones, erra en su objetivo generando cortocircuitos que son tratados como fenómenos sociales anómalos.
En este proyecto he intentado reflejar ese aislamiento con una selección de fotografías separadas en dos partes, interconectadas por la figura de la protagonista, que muestra su presente de introspección y aislamiento y reniega de un pasado de integración social, mostrado aquí en la colección de recuerdos familiares en los que ella ha borrado su figura con el objetivo de, así, completar su círculo de desconexión con la sociedad.
Hikikomori no busca incidir en lo outsider del fenónemo y por eso minimiza su fuerza visual (la realidad, en muchos casos, supera en lo impactante a lo aquí mostrado), sino servir de crítica, o al menos de espejo visibilizador, de una realidad que tiene muchos matices y que, mal gestionada, puede ser muy peligrosa, especialmente en edades adolescentes y de primera juventud, donde cualquier matiz negativo corre el peligro de enquistarse y desembocar en actuaciones como las aquí mostradas.